Cuando descubro y experimento una nueva manera de sentir y de disfrutar fruto de una vivencia junto a otra persona, ese sentimiento y esa vivencia me pertenece a mí. Si la otra persona deja de estar presente en mi vida yo no pierdo la vivencia ni el nuevo sentimiento, eso sólo me pertenece a mí. Puedo agradecer lo vivido a la otra persona, pero la vivencia y la capacidad para sentir es mía, ese registro vivencial queda en mí, y lo podré activar en otro lugar, con otra compañía...y será la guía para una nueva experiencia vital.
Lo sentido y lo vivido junto a otra persona forma parte de mi equipaje, es una conquista personal, aunque haya sido compartido. De esta manera no necesito entrar en dependencia, puedo agradecer lo vivido, recordar lo compartido, y tomar mi fuerza, mi potencial y mi responsabilidad para provocar situaciones y encuentros que me lleven de nuevo al goce y al bienestar personal en otras situaciones, con otra compañía. Eso depende de mí, puedo compartir la vivencia, pero no delegar la responsabilidad de mi búsqueda personal.
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