Cuando papá mira a una hija de manera especial le da el estatus de Princesita, y cuando mamá hace lo mismo con un hijo lo convierte en un Niño de Mamá. Estos son lugares difíciles y de desorden para los hijos que, por amor a sus padres, se prestan a ocuparlos.
Lo que realmente necesitan los hijos es que papá y mamá se miren entre ellos, que mamá mire de manera especial al hombre de su vida, que es papá, y que papá mire de manera especial a la mujer de su vida, que es mamá. De esta manera la pareja de adultos se mantiene unida, los hijos perciben la seguridad de esta unión y pueden mirar con confianza a su propia vida y ocuparse de ella.

Este lugar les carga con una responsabilidad extra que les lleva a calentar el corazón de mamá o de papá, quedando atrapados en esta jaula de oro.
Estos niños y niñas crecerán manteniendo este estatus, a no ser que sus progenitores los liberen, y si llegan a la edad adulta en este estado pueden tener dificultades para comprometerse en una relación de pareja. Las Princesitas adultas acostumbran a tener muchos novios y relaciones pasajeras, y cuando llegan a los treinta años empiezan a preocuparse porque no consiguen marido. Los Niños de Papá adultos no se sienten con la fortaleza y la virilidad suficiente para sostener a una mujer a su lado, y a menudo se quedan al lado de mamá.
Dejemos a los niños libres para ocuparse de sus asuntos de niños, y resolvamos los adultos nuestros propios asuntos, así todos crecemos en las relaciones, nos sentimos ordenados y el amor puede fluir.
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